Los fans de la serie Sexo en Nueva York recordarán ese capítulo en el que Miranda se compra un nuevo piso y al mudarse se entera de que una anciana había muerto allí y la habían descubierto semanas después, devorada por su gato. Entonces, tras entrar en una serie de ataques de pánico, la pelirroja comienza a sobrealimentar a su gato. Vale, yo también vivo sola y tengo dos gatos. Sobrealimentados. Porque, como a Miranda, también me acecha el miedo de una muerte solitaria y la posibilidad de que nadie se entere de mi ausencia (así que ya sabéis, si no escribo alguna chorrada en una semana, vengad mi muerte). A la ve,z vivo en un piso del Madrid más antiguo, lo que hace que cada cierto tiempo me pregunte si alguien ha muerto en mi casa. Lo sé, estoy como una cabra. Pero es verdad que a veces escucho ruidos por las noches o tengo la sensación de que las cosas se han movido algunos centímetros desde donde yo las había dejado. Otras veces tengo una sensación extraña al entrar en mi habitación, un escalofrío que me recorre la espina dorsal y que me impide dejar un brazo colgando cuando me meto en la cama. Entonces, mis horas de Divinity y Entre Fantasmas como telón de fondo mientras edito fotos, achacan estas cosas a algún alma en tránsito. A alguien que le quedó algo pendiente y no quiere ir hacia la luz…
Y es, que pensándolo bien, alguien podría haber muerto entre mis cuatro paredes. Y, en ese caso, podría haberse tratado de una muerte natural y pacífica, como la de una viejecita que pasó a mejor vida tranquilamente mientras dormía, rodeada de todos sus seres queridos. O no. Mi lado peliculero me sugiere que podría haber sido algo más alarmante. Alguien que al intentar colgar una lámpara del techo, se cayó de la escalera, se abrió una grieta en la cabeza y murió en el acto. O una sesión de espiritismo que salió mal y arrojó al médium contra la ventana. Una familia entera sorprendida en su salón por un ladrón que los frió a disparos a quemarropa entre los ojos. O quizás fue la escena de un homicidio, una esposa deslizando veneno todas las mañanas en el café de su marido para verlo morir lentamente y vengarse así de su engaño. O tal vez mi casa funcionó como una tapadera en los 80 y alguna mafia de la droga dio una patada en la puerta desparramando balas de ametralladora por todas partes…
Se me va la olla, lo admito. Pero no creo ser la única que piensa en estas cosas. Evidentemente, los moradores de casas victorianas deberían saber que muchas personas nacieron y murieron en sus casas. Es probable que muchos de esas antiguas casas parisinas de 400 años hayan sido sometidas por la Revolución Francesa y sus ocupantes hayan sido asesinados en masa. Sin embargo, parece que a los franceses no les preocupan demasiado ese tipo de cosas. En cambio, a los americanos sí. Decenas de películas plagan la historia de Hollywood de exorcismos, ouijas, damas de blanco en la carretera, espíritus ensañados con los habitantes de sus casas, adolescentes poseídas… Y la lista sigue. Por eso no me extraña que sea en Estados Unidos donde haya surgido un sitio web para descubrir qué espíritus fisgones pueden andar flotando por tu casa.
Se trata de DiedInHouse.com, que por sólo 12 dólares -un precio pequeño a pagar por la paz de la mente y el espíritu- te dice quiénes murieron en tu casa, cuándo y en compañía de quién. Y es que DiedInHouse utiliza una multiplicidad de fuentes y recopila los registros públicos para facilitar a los usuarios este tipo de información. Roy Condrey, su creador y CEO, declaró haberse inspirado después de que uno de sus inquilinos en Columbia le dijo creer que el lugar estaba habitado por fantasmas. Así que, suponiendo que existían leyes para revelar una muerte en una residencia, se dispuso a hacer un poco de investigación. Entonces descubrió que en la mayoría de los estados no se está obligado a notificar una muerte en una propiedad, sino que predominan las leyes federales que sólo requieren la divulgación de las muertes violentas.
Lo sorprendente es que, desde su lanzamiento en junio, miles de personas han solicitado el servicio para saber si alguien alguna vez dejó de existir dentro de sus paredes o quizás para decidir si esos ruidos que escuchan por las noches en realidad son los gritos desesperados de un hombre que murió por inanición en el sótano. Un dato curioso es que la plataforma ha tenido mayor éxito en California, donde sus residentes se muestran más interesados en los numerosos asesinatos y muertes en el estado y, sobre todo, en la posibilidad de que alguno de ellos pueda estar relacionado con alguna celebrity.
De este modo, el sitio está beneficiando a los que han sostenido durante mucho tiempo la creencia de que su casa estaba embrujada y está resultando más ventajoso para los compradores potenciales. Evidentemente, esto no les ha hecho mucha gracia a los agentes inmobiliarios, que alegan que afecta negativamente a su negocio. Es mucho más difícil vender las llamadas “propiedades estigmatizadas” cuando el comprador sabe que algo espantoso ha sucedido en el interior. Ahora bien, se supone que cuando uno se está por comprar una casa, la última pregunta que se le pasa por la mente es si alguien murió en ella. Sería mucho más probable estar pensando en qué muebles nos vendrían mejor o si nos podremos permitir el pago de la hipoteca. Sin embargo, parece que para algunos compradores de vivienda, una muerte en la casa es un defecto insalvable.
El servicio, de momento, sólo está disponible en los Estados Unidos, permitiendo a sus usuarios estar un poco más tranquilos (o tener más noches de insomnio) al desvelar que quizás sus casas fueron el escenario de alguna típica historia de horror americana y que, cuando se les cierren misteriosamente las puertas, puedan saludar correctamente a su fantasma.