
Quizás antes de comenzar a escribir este artículo deba confesar mi encantamiento absoluto con el que fue el primer disco de Alondra Bentley, una delicia musical que vino a engrosar mi lista de canciones destacadas con “… (dot dot dot)” y “Sugarman”.
De origen anglosajón, criada en Murcia y radicada recientemente en Madrid, Alondra comienza a despuntar su carrera como parte de una ola de cantautoras folk que se dio en España entre 2008 y 2009, entre las que se destacan Russian Red y Anni B Sweet (de quienes prefiere desmarcarse argumentando que lo suyo es todo muy “do it yourself”, caserito, familiar y entre amigos). Pero, al igual que las chicas de la “folkie new wave”, Bentley acompaña su voz con acordes de guitarra e interpreta sus propias canciones en inglés. Al respecto, declara que el tema del idioma la trae sin cuidado. Criada en un ambiente artístico y musical, recibió desde pequeña las influencias musicales de Joni Mitchell, Judy Garland, Karen Dalton, Vashti Bunyan, Judy Collins, Paul Simon y Nick Drake, referencias que hicieron que componer en inglés se convierta en algo natural para ella.
Desde entonces, Alondra desarrolló la inquietud por realizar sus propias obras musicales y fue autodidacta en el aprendizaje de guitarra, voz y composición. Luego de colaborar con varios músicos y bandas nacionales, lanzó sus primeras maquetas bajo el pseudónimo Lady Bird en el año 2003. Sin embargo, no es hasta 2005 cuando define su proyecto en solitario con nombre propio utilizando el apellido materno. Cuatro años después, edita su álbum debut, Ashfield Avenue, cuyo título hace referencia a la calle donde vivían sus padres en Lancaster cuando ella nació y en el que se advierte la influencia de la música folk americana e inglesa, pasando por el pop y el rock. Con este lanzamiento, su voz y el preciosismo de los arreglos musicales del disco no pasaron desapercibidos: Ashfield Avenue, una evocación melódica de la campiña inglesa, fue coronado como uno de los mejores álbumes del 2009 por Indienauta, Indiespot y Mondo Sonoro.
Consolidada ya como uno de los nombres fuertes de la escena folk nacional, Alondra publicó su segundo disco en julio de este año dirigido, esta vez, a un público infantil. Alondra Bentley Sings for Children. It’s Holidays! está compuesto por 10 canciones de toque naïve –todas de su autoría- y que, tal como ella misma define, tratan sobre temas tan fascinantes como las semillas que se transforman hasta convertirse en árboles, las fiestas de cumpleaños, los días de lluvia, hacer tartas en casa, las vacaciones de verano y también tiene como protagonistas a perros, gatos y gallos. Dulces e ingenuas melodías para niños –y no tan niños- que nos envuelven en un viaje a través del tiempo, entre algodones de azúcar, piruletas y magdalenas.
Finalmente, el 15 de este mes, salió a la luz el último disco de Alondra, The Garden Room, que fue presentado en la Sala Sol de Madrid el miércoles pasado en un show íntimo, casi familiar, lleno de dedicatorias y chistes que amenizaron la nostalgia que caracteriza a sus canciones. Un disco quizás algo menos pop y más austero que Ashfield Avenue, pero igual de intimista y sincero. Concebido como una oda a su familia –a la que se refiere en todas sus canciones-, nos traslada a escenarios cotidianos con los que todos podemos sentirnos identificados. La familia, el pasado, el futuro, sus raíces y, especialmente, la muerte de su madre, son los temas que se posan sobre sonidos que han sabido combinar lo mejor del folk anglosajón con el country. Canciones de tono nostálgico y evocador, salpicadas de un deje de melancolía que nos recuerda a Leonard Cohen y reforzadas por una banda que no dejó a nadie indiferente. Y, por encima de todo ello, la voz de Alondra, compositora de todas las canciones de su tercer elepé. Una voz femenina y dulce acompañada de una guitarra acústica con la que se lució arpegiando sus acordes. Entre las canciones que más me gustaron del disco están “One Friday Morning”, de corte country, “Spring Rhyme” y sus trompetas, la alegría de “Don’t worry Daddy” y “My sister and me”. Un concierto que pasó en un suspiro, un disco que voy a escuchar mucho tiempo.